El fuego de la discordia entre pobres y ricos
La lucha por las playas californianas llega al senado
1 de agosto de 2014
Por Aitana Vargas
Las crestas de las olas reflejan los últimos rayos de sol que durante el día han calentado la arena de Newport Beach. En unos minutos el sol se precipitará hacia el abismo celestial despidiéndose de esta codiciada playa hasta un nuevo alba. A unos metros de este espectáculo de la naturaleza se observan las figuras de varios jóvenes rodeando uno de los múltiples espacios habilitados a pie de mar donde, autóctonos, inmigrantes y turistas realizan fogatas. Entre risas, alborozo y canciones, se despiden del atardecer mientras continúan una tradición histórica que ha formado parte de la escena costera californiana desde los años 40.
A varios metros de la fogata y con el Océano Pacífico como testigo, se eleva una gema arquitectónica de 492 metros cuadrados cuyo precio en el mercado asciende a unos $14 millones de dólares. Sobre el patio superior de esta vivienda, abierto al firmamento y con vistas envidiables al mar, se dispone una zona social con sofá, sillas, mesa, bar, piscina, televisión y chimenea. Se trata de una de las numerosas propiedades de lujo que se extienden a lo largo de la zona costera de Newport Beach y desde donde los ricos contemplan al resto de mortales disfrutar del acceso a los recursos naturales gratuitos. Sin embargo, durante años, esta última realidad ha desatado la indignación de los residentes costeros de la zona.
Esta dicotomía escénica es el telón de fondo sobre el que se desarrolla una feroz lucha de clases por la existencia de las fogatas y el acceso público a las playas en California. Si para unos se trata de hacer uso recreativo de un bien público y colectivo, para los propietarios de viviendas a pie de mar es una incomodidad que ha derivado en medidas legislativas. Música, ruido, tráfico ocasionado por visitantes y los efectos nocivos para la salud que causa la quema de madera fueron algunas de las quejas que los propietarios hicieron llegar hasta oídos de los representantes y legisladores de Newport Beach.
El pulso entre clases rápidamente saltó a la agenda política y desató una tormenta de acusaciones entre ambos bandos. Después de varios intentos fallidos por parte de los propietarios para que se retiraran las fogatas, se logró convencer al Distrito Regulador de Calidad de Aire en la Costa Sur (SCAQMD) para que aprobara la Normativa 444, que regula el uso de fogatas con madera, demonizadas por sus detractores.
La normativa, sin embargo, no contó con el permiso necesario de la Comisión Costera de California – la agencia que desde 1976 está encargada de proteger el acceso público a zonas costeras, regular el desarrollo en éstas y vigilar el cumplimiento de la Ley Costera.
“Tenemos una normativa costera para garantizar que los intereses privados no dominan el espacio público de las playas”, asegura Sarah Christie, Directora Legislativa de la agencia.
En medio de la lucha de fuegos cruzados, el 1 de marzo de 2014 finalmente entró en vigor la polémica 444, imponiendo una distancia de 100 pies de separación entre fogatas, y 700 pies de distancia entre cualquier fogata y la residencia más cercana. Aunque la medida se aplica a toda la costa californiana, parece redactada basándose en las características específicas de las 60 fogatas de Newport Beach.
“Newport Beach es la única comunidad que cumple estos criterios. (Una pequeña parte de Huntington Beach también se ve afectada)”, asegura en un documento Una Glass, Directora Ejecutiva de Coastwalk en California.
Y es que Newport Beach es el único sector costero donde la separación entre fogatas no cumple la 444. Sin embargo, en vez de separarlas, la ciudad prohibió la quema de madera y en su lugar exige el uso de carbón.
Numerosas asociaciones y organizaciones –incluyendo LULAC– se han sumado a las críticas de la Normativa 444 porque no cuenta con el amparo de la Comisión Costera. En una carta de apoyo en la que figuran grupos como la Red de Protección Costera de California, la Fundación de Surfistas y Azul, se manifiesta un rechazo tácito a las medidas adoptadas por Newport Beach y la 444.
“Se le ha notificado a la ciudad que debe solicitar un permiso a la Comisión Costera. Pero en su lugar, la ciudad ha adoptado unilateralmente una ordenanza que prohíbe fogatas de madera e impone multas de $100 por incumplimiento”.
Mientras en la capital del estado el forcejeo político sigue su curso, en la playa de Newport Beach, los visitantes se topan con medidas de presión insospechadas.
“Estamos viendo cortes de carretera falsos y señales de “no aparcar” para que la gente no acceda a los vecindarios costeros, señales de “no traspasar” en vías públicas, toques de queda en la playa”, denuncia Sarah Christie.
Para Barbara Peters, residente de la costa durante años, la 444 está más que justificada por motivos de salud pública, desacreditando cualquier acusación clasista o racista.
“¿Clasista? La calidad del aire le afecta a todo el mundo”, dice la autora de la página Woodsmokehealth.org. “¿Racista? El humo de madera no tiene prejuicios, daña la salud humana, y se sabe bien que desencadena ataques asmáticos”.
En respuesta a las medidas adoptadas por Newport Beach y a su negativa a obtener un permiso de la Comisión Costera, ha nacido la propuesta de Ley AB 1102, encabezada por el asambleísta Travis Allen y por el grupo “Friends of the fire rings”. La resolución del conflicto tiene un encuentro decisivo el 11 de agosto, día en que se llevará a cabo una votación que pide la convivencia pacífica de la Normativa 444 y la Ley Costera.
“Tenemos el aire más limpio de todo California”, asevera Allen. “[Las afirmaciones de contaminación] son altamente cuestionables”, dice mientras pide a los californianos que escriban al senador Kevin de León manifestando su apoyo a la AB 1102 y salvar así las fogatas.
Para la Directora Ejecutiva de Coastwalk en California, no se trata de elegir entre la calidad del aire y el acceso público, como argumentan los detractores de la AB 1102. La Normativa 444 y la Ley Costera son compatibles y se pueden respetar.
“Se pueden separar las fogatas para cumplir la 444, sin retirar ninguna de ellas ni prohibir la quema de madera”.